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Global 'Thought Leader" philosopher David Birnbaum's Summa Metaphysica treatise proposes a fully-integrated and unified cosmological theory. See Theory of Potential see Summa Metaphysica, David Birnbaum,'s Philosophy of Potential, New Paradigm Matrix Publishing, NY, 1988, 2005, 2014.

PRÓLOGO

God and Evil (Dios y el mal), de David Birnbaum, es una síntesis audaz y altamente original, la cual intenta ofrecer una solución metafísica integral para el problema del mal puro que aqueja a un mundo creado y sustentado por un Dios benevolente, omnisapiente y todopoderoso. El modo en que Birnbaum trata el problema de la teodicea judía, que resulta profundamente intimidante y emocionalmente desgarrador en un mundo que ha debido atravesar el holocausto, es audaz y a la vez sensible, tradicional y a la vez altamente innovador. La obra se apoya en una amplia gama de fuentes judías tradicionales y contemporáneas (ortodoxas y no ortodoxas), se inspira en los trabajos de autores como Gersónides, Isaac Luria, Rav Kook y Rav Soloveitchik, pero también toma aportes inesperados de Aquino e Ireneo, a la vez logrando mantenerse dentro de los parámetros de un punto de vista judío halájico auténtico. El libro de Birnbaum es una odisea intelectual y a la vez una búsqueda profundamente emocional y apasionada, lo cual se vuelve claro a medida que el lector avanza. El autor padece inquietudes muy profundas (al igual que deberíamos padecerlas todos nosotros) a raíz del marcado contraste que observa entre su fe perdurable en un Dios que asume profundos compromisos (Oseas 2:21-22) y promete proteger al pueblo judío en todas las formas (Salmos 91:11), que mantiene la bondad y la misericordia hasta la milésima generación (Éxodo 34:6-7), y la realidad de los recién nacidos que se ven "inmersos" en la muerte, y los niños que son arrojados a las llamas y sometidos a la inyección de sustancias químicas en los ojos, la columna y el cerebro, por nombrar una pequeña parte de las atrocidades sufridas por el pueblo de Dios durante la época nazi en Europa.

La originalidad del abordaje de Birnbaum es evidente en su punto de partida filosó­fico. En lugar de concentrarse en los atributos de Dios y la posibilidad de conciliar estos atributos con la maldad presente, Birnbaum comienza con la pregunta acerca del "propósito del hombre", una búsqueda que el autor cree sólo puede obtener respuesta a través de una profundización más radical en el propósito último, e incluso en el origen de Dios. Al igual que los antiguos pensadores cabalistas, Birnbaum se atreve a plantear la pregunta acerca de los orígenes del Creador del universo, la cual, según su punto de vista, debe plantearse con la certeza de que la solución correcta es una respuesta propedéutica necesaria a la pregunta genuina acerca del problema del mal.

La solución que propone Birnbaum a la pregunta acerca de los orígenes divinos, el misterio del concepto cabalístico del En Sof (el principio teísta infinito que da origen al Dios de Israel) es que "El potencial sagrado se encuentra en el epicentro de lo divino", que Dios es, dada su propia naturaleza, potencial y posibilidad, "trascendencia, espacio, tiempo y cosmos", y que se eleva eternamente hacia una realización mayor. Birnbaum apoya su tesis en parte en el nombre por el cual Dios se presentó ante Moisés e Israel. Eheye Asher Eheyeh, "Seré el que seré" (Éxodo 3:13­14) el cual ve como una prueba de su afirmación que establece que el potencial es el estado más sagrado de lo divino. Birnbaum ve al sefirot de los pensadores cabalistas como las "búsquedas primarias de potencial" que construyen un puente desde el "va­cío" hacia el "algo", convirtiéndose entonces en los vehículos de la creación.

La importancia del "potencial sagrado" como el impulso primario del universo, es que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, tiene como propósito cósmico la realización de su propio potencial, encapsulado en el primer comando de la biblia, Peru u'rivu, "Creced y multiplicaos" (Génesis 1:26). Birnbaum ve al potencial de la humanidad en dos conjuntos posibles de dinámicas que se excluyen mutuamente y que fueron creadas en el jardín del Edén. La primera de ellas, la dinámica del "Árbol de la vida/Felicidad", promete una existencia protegida contra todo mal, una dependencia de Dios, la vida eterna y el mal dominado, pero conlleva un potencial de crecimiento limitado; la segunda dinámica, la del "Árbol del conocimiento/Potencial", promete una vida de desafíos, libertad, privacidad, responsabilidad, independencia, mal indomado y mortalidad, pero garantiza un potencial de crecimiento infinito. De acuerdo con Birnbaum, ambas dinámicas se excluyen mutuamente, dado que quienes formen parte de la primera no podrán formar parte de la segunda, y viceversa. Es lógico que una vida de libertad y potencial infinitos es incompatible con la dependencia de Dios y la inmortalidad personal.

Dado que el hombre, al igual que Dios, posee la realización de su potencial en su misma esencia, resulta esencialmente concluyente, inscrito en el hecho mismo de la creación, que el hombre comería la fruta, sería expulsado del Edén, y llevaría a cabo la dinámica del Árbol del conocimiento. De igual modo, el mal natural y moral plagaría y desafiaría a la humanidad por siem­pre. De hecho, la posibi­lidad de que el hombre logre realizar su potencial de bien, tanto a nivel individual como colectivo, se predica en la posibilidad del mal natural (como un desafío a los recursos del hombre) y el mal moral (como un desafío a su libertad).

Cuanto más se acerque la humanidad a la realización de su potencial espiritual, intelectual y de otras índoles, más se acercará a cumplir con su propósito en la tierra a través de su rol como socio de Dios en la creación. Sin embargo, al hacerlo, el hombre deberá aumentar al máximo su privacidad, su independencia y su libertad. A medida que la humanidad se acerca a su propia realiz­ación, Dios deberá necesariamente retirarse más y más hacia el "eclipse". A lo largo de los siglos, la humanidad ha logrado un gran ascenso de conocimiento, exigiendo implícitamente una libertad cada vez mayor. Si Dios interviniese directamente en los asuntos del ser humano en esta etapa tardía del desarrollo de la humanidad, como lo hizo, por ejemplo por los judíos en Egipto, revertiría el desarrollo mismo de su propia esencia y la del hombre, y, según las palabras de Birnbaum, amenazaría con "desentrañar el cosmos".

 

Sanford Drob
Editor en jefe
NY Jewish Review
Febrero de 1990

See also David Birnbaum Philosophy - Quest for Potential (Q4P), Theory of Everything metaphysics Unifying Science & Religion.Potential, per ( David Birnbaum's philosophy)reigns supreme. See Summa Metaphysica, 1988, 2005, 2014.

PRÓLOGO

de Daniel N. Khalil

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La filosofía judía suele resignarse al supuesto de que las descripciones fundamentales de Dios y el universo se encuentran más allá de la capacidad de entendimiento del intelecto humano. Por lo general, las preguntas planteadas por la filosofía judía radican en un contexto misterioso que rara vez se examina en sí mismo. Este abordaje suele ocuparse en el lugar, el rol y los deberes del hombre en el mundo en lugar de explorar los contornos del universo la relación de este con lo Eternol:

“[La razón de la filosofía judía] es la misma que encontramos en el ajedrez. El ajedrez ofrece las más amplias posibilidades de cálculo, sin embargo todas ellas se producen de acuerdo con un conjunto de reglas que determinan cuáles son los movimientos permitidos y cuáles no, así como también orden de las piezas. Las reglas en sí mismas son los límites de la razón en el ajedrez. No es necesario cuestionarlas ni justificarlas, dado que la racionalidad del ajedrez comienza una vez establecidas las reglas... Esta es la inteligencia judía que posee un sentido de límite, de la vanidad que implica arrojar las preguntas hacia los límites...”

– Michael Wyschogrod,
The Body of Faith(El cuerpo de la fe) I, 3.
[bastardilla]

Se sabe que ha habido intentos de desafiar a esta generalización que vale la pena mencionar. Tal vez Maimónides sea el ejemplo más prominente de un filósofo judío que intentó analizar (si no desafiar) los supuestos fundamentales del judaísmo. En su obra, Guía de los perplejos, Maimónides describe a un judaísmo que se acopla perfectamente a una comprensión del universo según los postulados primarios de Aristóteles. Al someter al judaísmo a la lógica de Aristóteles, Maimónides encuentra coincidencia en todos los temas, con una única excepción: la cuestión del eternalismo.

Aristóteles es "eternalista", dado que cree que el universo es eterno y que Dios ha cobrado existencia en algún punto del tiempo. Maimónides sostiene lo contrario: afirma que Dios es eterno y que el universo ha cobrado existencia en forma activa. Llama la atención el hecho de que Maimónides, quien acepta la posición de Aristóteles en cuanto a una amplia variedad de temas, entre ellos la esencia de Dios y del hombre, no pueda concordar con él acerca de la relación entre Dios y el cosmos. Es aún más impresionante que ni Maimónides ni Aristóteles hayan demostrado sus respectivas posiciones cara a cara con la relación entre Dios y el cosmos. Es como si ambos hombres se hubiesen sumergido en las profundidades de la metafísica en forma completamente alineada, solo para resignarse abiertamente a sus respectivos presupuestos al final del recorrido.

Ambos lados parecen carecer de herramientas esenciales para concluir esta búsqueda. Y ambos admiten su respectiva falta de preparación al abandonar el proceso de pensamiento mismo que los llevó hasta ese punto:

“En cuanto a los asuntos que no somos capaces de discutir o que exceden en gran medida nuestra opinión, nos resulta difícil preguntarnos por qué es esto así. Por ejemplo, cuando decimos: ¿Es o no eterno el mundo?”
– Aristóteles, Tópico I, 11

“La cuestión de la eternidad del mundo o su creación en el tiempo se convierte en una pregunta abierta. En mi opinión, debemos aceptarla sin prueba alguna, dado que no podremos acceder a la respuesta mediante la especulación.”
– Moisés Maimónides, Guía de los perplejos, II, 16

Es en esta coyuntura que se hace presente David Birnbaum. Manifiesta su presencia delineando la relación entre Dios y la eternidad en el contexto de una metafísica unificada que abarca conjuntamente la relación de Dios con el cosmos y del cosmos con la eternidad.

Esta es la filosofía que expone en su primer trabajo, God and Evil (Dios y el mal). Es esta solución simultánea que sienta las bases de la comprensión que la obra realiza entorno a la existencia del mal puro en el mundo. La solución de Birnbaum no ha enfrentado oposición en los dieciocho años que han transcurrido desde du publicación en 1988. En su obra actual, God and Good, (Dios y el bien), Birnbaum ha logrado ahondar más en los significados de la metafísica, y ha descubierto que el individuo es el centro. Aquí el individuo se revela como el motor de la evolución cósmica. Por ende, la relación entre Dios y el hombre, el hombre y el cosmos, y el hombre y la eternidad se convierten en el foco de su trabajo.

Birnbaum no se siente obligado a obedecer las normas que siguieron sus predecesores intelectuales. Sobre la base de los antiguos principios judíos, en particular los de la Cábala, Birnbaum no teme apoyarse en las creencias orientales de la circularidad temporal, así como también en conceptos de la biología y la física que aún no se han aplicado a cuestiones metafísicas, o bien en aportes de otras disciplinas humanísticas y científicas en los cuales no ha ahondado la filosofía.

Al afirmar que los intentos anteriores de caracterizar la esencia del cosmos han quedado truncados debido a la falta del arsenal conceptual correspondiente, tal y como lo ejemplifica el estancamiento de Maimónides y Aristóteles, el autor consolida estas influencias eclécticas en un conjunto de herramientas metafísicas definidas. Birnbaum presenta estas herramientas al comienzo de God and Good. A continuación, las utiliza para construir un modelo que pueda aplicarse a todos los campos de los cuales derivaron sus influencias en un principio.

Por lo tanto, las implicaciones de la doctrina original (y de marcado carácter directo) van desde las más generales hasta las más específicas. La doctrina se ve unificada por la tesis central que afirma que el potencial sin límites atrae al individuo y al cosmos hacia un ideal divino. El potencial es universal. El potencial es el nexo:

 

“Una de las inquietudes que más aflige al mundo espiritual del hombre es el hecho de que cada disciplina de conocimiento, cada sentimiento, impide el surgimiento de los demás... Este defecto no puede continuar en forma permanente. El futuro más noble del hombre está destinado a surgir. Es en este momento en el cual el ser humano se desarrollará para alcanzar un estado espiritual sólido, de modo que en lugar de que cada disciplina niegue a las demás, todo el conocimiento y todos los sentimientos podrán verse desde cualquier punto de vista. Ningún fenómeno espiritual se sostiene en forma independiente. Cada uno se somete a la interpretación de todos.”
– Abraham Isaac Kook, Lights of Holiness, I, p. 22

 

Resulta interesante que, a pesar de su carácter novedoso, el paradigma elaborado por Birnbaum se encuentre firmemente anclado en conceptos de la Biblia y el Talmud en la misma medida que las perspectivas judías anteriores, las cuales se vieron limitadas por estas mismas influencias. Por ejemplo, la identificación que Dios hace de sí mismo al pronunciar las palabras "Seré el que seré" (Éxodo 3:14) tal vez sea la mejor articulación de la descripción que God and Good realiza en torno a asociación del potencial con Dios.

En su primera obra, Birnbaum realiza una disección meticulosa del dilema del Jardín del Edén al cual se ve enfrentado Adán (Génesis 2:17), comprendiéndolo como la elección que realiza la humanidad entre el potencial/crecimiento infinito y la dicha/crecimiento limitado. A lo largo de God and Evil, y ahora God and Good, Birnbaum continúa revelando el tema del potencial en la narrativa tradicional judía, e incluso en los mandamientos específicos del judaísmo.

En el comienzo de God and Evil, Birnbaum asegura firmemente que su objetivo es ofrecer una solución integral e innovadora al problema de (1) los orígenes del cosmos, (2) la naturaleza, por así decirlo, de Dios, y (3) la presencia del mal puro en un mundo gobernado por un Dios omnipotente. En este punto, este lector al menos espera encontrarse frente a una teoría compleja e intrincada demasiado abstracta para ser considerada de manera objetiva. Sin embargo, el resultado, un "modelo de potencial" es exactamente lo contrario: una teoría profundamente discreta, y a la vez lo suficientemente abarcadora para satisfacer los tres objetivos iniciales.

Con la presentación del segundo libro, este modelo cuenta ahora con cuatro claras dimensiones. En primer lugar, en la obra God and Evil, el modelo se apoya en gran medida en la teología bíblica y académica. En segundo lugar, en parte de God and Good, se describen las implicaciones metafísicas del modelo. En tercer lugar, en la segunda parte de God and Good, el autor presenta el modelo en la forma de 120 ángeles míticos, añadiendo textura a la metafísica y adentrándola en el reino de la realidad humana cotidiana. Y por último, en la tercera sección de God and Good, el "modelo de potencial" se traduce en una plantilla práctica que se realiza a sí misma.

Resulta difícil traer a la memoria una metafísica tan unificada, y a la vez tan susceptible de aplicación, como la que aquí se presenta. La base del modelo es concreta, mientras que sus implicaciones son personales y, por lo tanto, variadas. Es por ello que cada uno de los lectores tomará para sí aquellos argumentos que sirvan para sustentar su propia sensibilidad espiritual. Como un judío ortodoxo, encuentro muchos aspectos en ambas obras de Birnbaum que reafirman mi comprensión del judaísmo tradicional.

El alcance de la obra de Birnbaum es totalmente sui generis, al igual que su incansable alusión al profundo entendimiento humano que no puede explicarse correctamente mediante la prosa tradicional. Birnbaum emplea una unidad lingüística que por momentos se muestra similar al razonamiento hermético y detallista de God and Evil, mientras que en otras instancias se siente como un breve desafío a la psiquis. El autor se ha alejado del estilo predominante de los textos filosóficos que tan fervientemente analizan los misterios metafísicos solo para exponer sus propias limitaciones. Al romper el lazo con lo convencional, Birnbaum ha asumido un riesgo. Ha arriesgado el ser aceptado al rehusarse a sucumbir a un marco de trabajo más tradicional que no habría sido capaz de representar la profundidad de las ideas que aquí se desarrollan.

La prueba radica en el corazón del lector. A pesar de la gran cantidad de detalles e implicaciones que la obra refleja, su punto central es simple y desvergonzado: el potencial es el motor de la existencia. ¿Acaso este concepto resulta extraño? ¿O se nos presenta como algo natural? Si Birnbaum tiene éxito, el lector detectará que la idea posee una facultad orgánica inherente. Esta facultad puede explicarse en ciertos contextos generales mediante un lenguaje estandarizado. Sin embargo, en otros casos, en especial el contexto del individuo, las explicaciones tradicionales no son suficientes.

Birnbaum sostiene que la fuerza que impulsa al cosmos reside en el alma de cada individuo, y es por ello que la única manera de reflejar su impacto es mediante la respuesta visceral del lector. ¿Logra esto la obra? ¿Acaso los principios cósmicos generales y superiores dan lugar a una comprensión del propio ser? ¿Acaso este conocimiento en sí mismo posee implicaciones prácticas y significativas para la vida cotidiana? De ser así, Birnbaum habrá logrado algo absolutamente único. Habrá erigido una pieza central de la metafísica simple y preciosa, y la habrá consagrado a través de su intrínseca afinidad con la mente y el corazón del lector.

“Produciré fruto de labios:
Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová”.
Isaías 57:19

Daniel Khalil
Cold Spring Harbor
New York

 

 

 

 

 

 

 

 

El doctor Daniel Khalil es un científico del Instituto Nacional de Salud
(National Institute of Health).
Es profesor de filosofía judía en la Universidad de Long Island.

 
The David Birnbaum philosophy unifies physics, and spirituality The Theory of Potential   Ultimate simultaneous A powerful  Theory of Everything - elegantly  unifying Science & Religion?  solution? See David Birnbaum philosophy.

Prólogo de Sanford Drob

“Los 120 ángeles de la guarda de Dios”

Tras dieciocho años de trabajo, la obra “120 Guardian Angels” (Los 120 Ángeles de la Guarda), de David Birnbaum, la cual constituye la parte poética de su nuevo libro God and Good (Dios y el bien), es un hermoso complemento que se adapta su obra maestra del año 1988, God and Evil (Dios y el mal). Casi todos los aspectos de su nueva obra, a excepción de su genuina excelencia, entran en marcado contraste con el libro anterior de Birnbaum.

Mientras que God and Evil es una obra discursiva, filosófica y de discusión cerrada, “120 Guardian Angels” es un trabajo poético, mitológico y altamente personal. Mientras que God and Evil es de una seriedad profunda, “120 Guardian Angels”
suele presentarse como liviano y entretenido.

Mientras que God and Evil emplea el más alto grado imaginable de generalidad (declarando, por ejemplo, que “el potencial sagrado se encuentra en el epicentro de lo Divino"), “120 Guardian Angels” logra ser extraordinariamente particular (El Ángel de la Guarda número 62 es “Tormentas de nieve en días de escuela”, y el número 88 es “Jugar al ajedrez con nuestros hijos”). Sin embargo, si bien la nueva obra de Birnbaum es “particular” en el sentido aristotélico de que el conocimiento de lo particular arroja luz sobre lo universal, el texto no es para nada particular en el sentido “particularista" o “parroquial”. De hecho, los ángeles de Birnbaum, si bien parecen inclinarse por las ideas y actividades del judaísmo (el Ángel de la Guarda número 25 es “Encender velas de Shabat” y el número 75 es “Gemorrah Chavrusahs”), también son lo suficientemente ecuménicos para incluir entre ellos al número 71 “Ju Jitsu” y al número 89 “Bandas musicales de las escuelas católicas”.

En God and Evil, Birnbaum sostiene que el “Potencial sagrado” es “el impulso primordial del cosmos” y que el hombre, creado en imagen y semejanza de lo divino, tiene como propósito la realización y el cumplimiento de dicho potencial. En este nuevo libro, los ángeles de Birnbaum nos hablan directamente para comunicarnos cómo es posible alcanzar este potencial. Muchos de ellos, por supuesto, reflejan ideas y valores universalmente reconocidos (el Ángel de la Guarda número 4 es la “Libertad”, y el número 5 es la “Misericordia”), sin embargo, son los de mayor idiosincrasia (por ejemplo, el número 44, “Niñas de cinco años riendo”, el número 50, “Acompañar a los niños a la cama”, y el número 58, “Los trabajadores de ferreterías”) los que otorgan la sensación de que la fábrica del potencial sagrado (y humano) realmente está en funcionamiento.

Al leer el libro de Birnbaum, no puedo evitar verlo como un complemento del clásico confucionista escrito por Lin Yutang en 1937, La importancia de vivir, donde el autor habla de manera elocuente y espiritual acerca de los placeres pequeños de la vida, como "acostarse en una cama” y "sentarse en una silla". Lin nos dice que "Si logramos pasar una tarde totalmente inútil de manera totalmente inútil, habremos aprendido a vivir". En God and Evil, Birnbaum expone una visión mucho más activa, y por lo tanto mucho más judía u occidental del significado de la vida, sin embargo, en “120 Guardian Angels” deja lugar para cosas tales como las “Burbujas” (el Ángel número 13), “Remontar cometas” (el número 54) y “Disfrutar del momento” (el número 40). Parece haber una apreciación que indica que, en lo que respecta al potencial sagrado real, existe, tal y como lo articula Lin Yutang, "el arte noble de hacer las cosas [y] y el arte noble de dejar las cosas sin hacer [en algunas ocasiones].

La filosofía cabalística, sobre la cual se asienta gran parte del pensamiento de Birnbaum (el Ángel número 109 es la "Cábala luriánica"), sostenía que existía una coincidencia de los opuestos que rigen sobre Dios y la humanidad; el último trabajo de Birnbaum, en especial cuando se lo coloca en el contexto de su obra anterior (con los títulos complementarios a modo de advertencia explícita) ciertamente parece encarnar este espíritu dialéctico.

Chayyim Vital, cuya excelente obra Sefer Etz Chayyim, es la exposición clásica de la cábala luriánica, reconocía que el mundo está compuesto, en su mayor parte, por la maldad, con tan solo una pequeña parte de bien. Adin Steinsaltz, el sabio y cabalista contemporáneo, dijo que el significado total del dictamen de tono pesimista de Vital es que "nuestro mundo es el peor de los mundos posibles, en el cual aun así subsiste la esperanza, y que esto lo convierte, paradójicamente, en el 'mejor de los mundos posibles'". Rabbi Steinsaltz nos dice que el motivo de esta afirmación es que solo un mundo de grandes adversidades, un mundo que se encuentra al borde del desastre absoluto, puede motivar a la raza humana a hacer realidad las posibilidades emocionales, espirituales, estéticas e intelectuales que nuestro creador nos ha legado.

Los míticos 120 Ángeles de la Guarda de David Birnbaum son un coro celestial que nos implora que hagamos exactamente eso, que hagamos realidad todo nuestro potencial cósmico como seres humanos, y que actuemos en conjunto con lo divino para llevar a cabo el potencial de nuestro mundo.

 

Doctor Sanford Drob
19 de mayo de 2006
Editor asociado fundador de The NY Jewish Review
www.NewKabbalah.com

 

 


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See also David Birnbaum unified philosophy: Teleology of a Fine-Tuned Universe